martes, septiembre 13, 2005

Grilla elegante

Al margen de las bondades del Internet, por estos rumbos no es tan fácil encontrar fuentes periodísticas suficiente maduras. En cuanto a prensa en español, ésta se limita a diminutos periódicos de calidad degradada cuya agenda carece de memoria y conciencia, y donde las noticias presentadas no tienen autor ni mucho menos referencias ulteriores. Es por esto que uno recurre a la supercarretera de la información (qué término tan noventero) para palpar con buenaventura las nuevas tendencias periodísticas de México. Hoy rememoro la parte final de un editorial que Jesús Silva-Herzog Márquez publicó en El Norte et. al. a principios de la semana pasada, cuyo punto de vista me pareció una novedosa aproximación a la condición priista:

El mayor peligro para el PRI está en el PRI refundado. No son las ideas lo que han mantenido unido al PRI. Una vaga mentalidad nacionalista y un disciplinado afán de poder han alimentado la cohesión del organismo. Hoy ese talante y esa ambición pueden ser bien servidos por un priista fuera del partido. Se llama Andrés Manuel López Obrador y encabeza la refundación del PRI. Se equivocan quienes piensan que el peligro del PRI es hoy el cisma de las cúpulas. El verdadero peligro para ese partido está en las migraciones silenciosas de sus militantes y de sus votantes. Los dirigentes permanecerán mayoritariamente en sus puestos y defenderán sus candidaturas. Mientras tanto, puede producirse una peregrinación microscópica para respaldar la causa neopriista. El éxodo podrá ser discreto en tiempos de campaña, pero si triunfa el candidato neopriista, bien podemos esperar el vaciamiento del viejo PRI. ¿Alguien cree que el PRI le haría oposición a López Obrador? Por supuesto que no: se entregaría de inmediato a sus brazos. El gobierno panista curiosamente ayudó durante unos años a cohesionar un PRI opositor. Un gobierno perredista haría exactamente lo contrario: devoraría en muy poco tiempo al antiguo partido hegemónico. Eso ha hecho en las plazas donde ha tenido éxito: absorber la savia priista dándole un nuevo nombre. El nuevo régimen político del Distrito Federal es una advertencia: el clientelismo priista rebautizado como perredista. Si la restauración priista es posible, lo es con otro nombre.