jueves, septiembre 01, 2005

Katrina

A estas alturas, no falta quien sujete que Katrina es una consecuencia directa más del "calentamiento global" (o "cambio climático" como prefieren referirlo los políticamente correctos). Científicos de alto nivel ya han prevenido que Katrina no puede enseñarnos nada sobre el incremento de las temperaturas y su relación con los huracanes; pero lo que sí puede darnos es una lección mucho más valiosa sobre el efecto de la riqueza en los desastres naturales.
Por más que duela aceptarlo, desgraciadamente ya se cuentan cadáveres; empero, son poquísimos tomando en cuenta la envergadura del huracán. La prosperidad de los ciudadanos estadounidenses ha facilitado que se produzca eficazmente una evacuación masiva en muy poco tiempo: si las carreteras, los automóviles o los servicios de emergencia hubieran sido de mucha peor calidad, se producirían las catástrofes en términos de vidas humanas que solemos ver en Centroamérica. Y es que la prosperidad salva vidas.
La mala noticia es que es precisamente la prosperidad de la humanidad lo que está en juego con el protocolo de Kioto: un acuerdo que no reduce de forma significativa la temperatura, aún suponiendo que las predicciones hechas al respecto fueran ciertas, porque no pone en marcha nada más que un sistema de racionamiento de energía. Por otro lado, el acuerdo firmado este verano por Estados Unidos, Australia, China, India, Corea del Sur y Japón, que pone el acento en la investigación para solucionar el problema de las emisiones de dióxido de carbono, sí que muestra el camino a seguir. Un camino que no cierra las puertas a la prosperidad necesaria para afrontar los problemas reales de la humanidad incluido, si se diera el caso y de demostrara realmente como un problema grave, el aumento de las temperaturas.

1 Comments:

At 2:47:00 p.m., Anonymous Anónimo said...

¡¡PLAGIO!!
http://www.libertaddigital.com/opiniones/opi_desa_26703.html
jejeje, pero de muy buena fuente. ¡saludos!

 

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