lunes, octubre 24, 2005

Terra Nostrum

Hoy 24 de octubre se celebra un aniversario más de dos tratados internacionales que vinieron a modificar el concierto mundial de manera significativa en su debida temporada. El primero es el Tratado de Westphalia de 1648, un must en los estudios de las relaciones internacionales, por ser considerado como el elemento endógeno necesario para la exégisis conceptual sobre el "estado-nación", y por ende, el banderazo que posteriormente desarrollaría los distintos mecanismos de diplomacia interestatal y la superposición de los asuntos de estado a los asuntos religiosos en las relaciones bilaterales. Así reza su artículo primero en un castellano post-cervantino:

Havrà una Paz christiana, universal, y perpetua, y una verdadera, y sincera Amistad entre la Sacra Magestad Cesarea, la Casa de Austria, y todos sus Aliados, y Adherentes, y los Herederos, y Successores de cada uno de ellos, en primer lugar el Rey Catholico, los Electores, Principes, y Estados del Imperio, de una parte; y la Sacra Real Magestad, y Reyno de Suecia, y todos sus Aliados, y Adherentes, y los Herederos, y Successores de cada uno de ellos, en primer lugar el Rey Christianissimo, y respectivamente los Electores, Principes, y Estados del Imperio, de otra: Y se observarà, y cultivarà tan sincera, y religiosamente, que una parte promueva la utilidad, honor, y comodidad de la otra, y por todas se restablezca, y buelva à florecer la fiel vecindad, y seguro cultivo de la Paz, y Amistad de todo el Imperio Romano con el Reyno de Suecia, y reciprocamente del Reyno de Suecia con el Imperio Romano.

El otro tratado es la famosísima Carta de San Francisco, por medio de la cual se ratificó y entró en vigor el instrumento que había de dar vida, conforme a derecho, a la Organización de las Naciones Unidas. Esta organización, que se pensaría no tiene nada que ver con Westphalia, también cambiaría las dinámicas de las relaciones internacionales, sobreponiéndose a la Liga de las Naciones por el real -y ahora sí bien definido- compromiso de las naciones con la paz internacional. Así reza la primera parte de su primer capítulo:

Mantener la paz y la seguridad internacionales, y con tal fin: tomar medidas colectivas eficaces para prevenir y eliminar amenazas a la paz, y para suprimir actos de agresión u otros quebrantamientos de la paz; y lograr por medios pacíficos, y de conformidad con los principios de la justicia y del derecho internacional, el ajuste o arreglo de controversias o situaciones internacionales susceptibles de conducir a quebrantamientos de la paz ... fomentar entre las naciones relaciones de amistad basadas en el respeto al principio de la igualdad de derechos y al de la libre determinación de los pueblos, y tomar otros medidas adecuadas para fortalecer la paz universal...