Tregua navideña

Desde las primeras horas del 24 de diciembre de ese fatídico año, tanto los alemanes como los ingleses sembrados en tierra de nadie {hoy Bélgica} salieron de las trincheras para decorar 'navideñamente' sus alrededores {ya sea poniendo velas en los árboles, o bien haciendo coronas de paistle}. La alta entonación de villancincos en ambas trincheras convocó a una sana y chusca competencia de altavoces. Se deseaban mutua felicidad, al grado en que algunos razos se encontraron cara a cara en la tierra sin dueño para intercambiar regalos {whiskey, gin, tabaco y demás piezas preciosas varoniles}. La atmósfera cristiana, que entonces presentaba a Benedicto XV como el titular del Vaticano, ayudó para que juntos alzaran su voz al tono del Salmo 23 {que no Juan de Dios Ibarra}, cuyos dos primeros versos son himno de entrega total. Esa fue la única que se presentó a lo largo de la Primera Guerra Mundial, quizá por el falso presentimiento de que la belicosidad dudaría por mucho un parpadeo.
1 Comments:
Desgraciadamente la historia calla esta bella historia que demuestra que aun en la guerra quedan personas buenas y sentimientos bellos en los seres humanos que habitamos este mundo cada vez mas decadente, ojala todos pudieran conocer este parte de la historia que nos haria bien recordar siempre que no hay nada mejor que la paz entre seres humanos, sin importar la nacionalidad ni el color de piel ni la creencia ni nada, quizas muchos gobernantes deberian pensar mil veces antes de desatar una guerra en la que nadie gana, pero si pierden todos. Una bendicion a todos los soldados que se dejaron llevar por el espiritu navideño ese 25 de diciembre de 1914 que han de estar en la gloria del paraiso. Alberto
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